Nagore ha sido el trampolín que me ha ayudado a saltar un barranco, sin caerme al vacío.

     GRACIAS infinitas Nagore. Hoy es el día en el que me siento, respiro, miro atrás y AGRADEZCO. Sí, agradezco que apareciste en mi vida. Fuiste como un faro de luz que necesitaba justo en aquel momento para poder empezar a ver claridad en todo aquello que veía tan oscuro. Después de tantos años de silencio, sufrimiento, dolor… me ayudaste a ATREVERME a COMPARTIR y a través de ello, liberarme. Nunca antes había hablado con alguien sobre mí con tanta trasparencia, sin miedo a mostrarme quien soy.

     En los trabajos personales de cada sesión, nunca fui capaz de llevar preparado nada, en cada sesión salía lo que tenía que salir… y aunque se me hacía duro, que maravilla. Era como quitarme piedras muy pesadas de encima, literal. Te he dicho varias veces y nunca me cansaré de repetirme, las veces que haga falta, todo lo que me has ayudado en los momentos más duros de mi vida. Me has dado el apoyo, la ayuda, pautas, frases para repetirme…. Para poder ver chispas de luz cuando me he sentido como un foco apagado y fundido. Has sido un trampolín en el que me has ayudado a saltar un barranco, sin caerme al vacío. Me has ayudado a aceptar lo que es, desde el corazón, y sobre todo con mucho mucho mucho amor y respeto.

     Son muchísimas las cosas que he sanado, pero en los mayores aprendizajes en la vida también he sentido tu amor, calor, acompañamiento y abrazos que necesitada: en el duelo y despedida de Laia, en el sentimiento de vacío al morir mi tío referente, la liberación de la rabia. Me sigo liberando al escribir estas palabras, recordando los momentos y llorando sin descanso. Que pasada.

    Desde entonces camino más ligera, confiando más en mí, en la vida. Gracias a ti y sobre todo a mí (por animarme a acudir a ti) volví a sonreír, ser capaz de disfrutar de la vida y ser feliz. Desde el día que te conocí, eternamente agradecida, te quiero inmensamente y en mi corazón siempre ocuparás tu lugar.

Con muchísimo amor,
ARAN